jueves, 8 de abril de 2010

Página 14

Caminar hasta el McDonald´s® ha sido duro a causa del frío cada vez más intenso. Entras por una puerta lateral y notas que el guardia de seguridad, un flaco con cara muy seria, ya te está observando mal. Pero tú lo ignoras y pasas directamente al lavabo.

En el lavabo, un adolescente rollizo, uniformado como los empleados de la hamburguesería, limpia sin guantes un mingitorio. El suelo está recién trapeado y el lugar huele a preservativo. De algún misterioso lugar proviene la agradable música que transmite Radio Disney.

De golpe te han entrado ganas de defecar, así que te metes en un compartimiento y te enfrascas en lo tuyo, trabando la puerta desde adentro. El adolescente sigue limpiando allí un tiempo más (lo sabes porque ves sus pies por debajo de la puerta del compartimiento) y al final sale. Excelente, ahora puedes gasearte sin temor a ser oído. Luego podrás asearte frente al espejo.

Pero entonces, cuando ya tus tripas se estaban aflojando de veras, escuchas el sonido poco agradable de la puerta del lavabo. Enseguida ves los pies del guardia de seguridad debajo de la puerta del compartimiento que se detienen apuntando hacia ti. Tres golpes seguros de sí mismos en la madera de la puerta te avisan que ya sabe que estás ahí y que quiere comunicarse contigo. Nervioso, limpias tu trasero y oprimes el botón del excusado. Justo en el momento de subirte los pantalones, el guardia vuelve a llamar a la puerta y tú descubres algo que parece una puertita detrás del excusado. Sí, es la puerta de un pasadizo.

Si decides meterte en el pasadizo, pasa a la página 25.

Si decides responder al llamado del guardia de seguridad de la hamburguesería, pasa a la 24.

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